miércoles, 29 de abril de 2009

DEL DIRECTOR

SÍ, PERO NO…

Como es tradicional, cada 23 de abril, nuestro país celebra el Día del Idioma. En nuestros colegios se realizan diversas actividades encaminadas a motivar el buen uso de nuestro castellano. Al presidente Alfonso López Pumarejo se debe la celebración de este día en nuestro país, quien mediante el Decreto 708 de 1938 pretendió establecerla, teniendo como argumento para ello el día 23 de abril de 1616, fecha en que se cumple el aniversario de la muerte de don Miguel de Cervantes Saavedra, bien llamado “Príncipe de los Ingenios Españoles” por su obra “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”.

Con ocasión del III Congreso de Academias de la Lengua Española, que se realizó en Bogotá en 1963, el gobierno colombiano sancionó como Ley el Decreto 708 del 23 de Abril de 1938, convirtiéndose así en la Ley 2ª de 1960, institucionalizándose así esta manifestación de aprecio por nuestra lengua. En esta fecha también se resaltan los aportes de William Shakespeare, dramaturgo inglés, quien nació el 23 de abril de 1564 y murió el 23 de abril de 1616.

El idioma es la vía que lleva a un mejor desarrollo e interrelación entre los pueblos. Nuestro lenguaje debe ser claro, apropiado para hacer posible una clara comunicación entre los protagonistas de este mundo tan cambiante. Una simple conversación entre dos personas es posible si ambas tienen el mismo código de palabras.

El Día del Idioma, y ahora de El Libro, debe llevarnos a mejorar nuestro hablar, a escribir correctamente las palabras, a leer más; pero, la verdad es poco lo que se logra con esta celebración. En lugar de adecentar nuestro lenguaje, lo vulgarizamos. No tiene explicación, menos aceptación, el hablar de aquellos que suelen utilizar palabras de grueso calibre para mostrarse como personas de carácter o para darle afirmación a cuanto dicen. Y qué del trato verbal que se dan los jóvenes de este tiempo –hombres y mujeres-, quienes unos a otros, indiscriminadamente, se llaman “maricas”, todos son “maricas”. Su saludo es “Hola marica, cómo vamos”, o “ese marica me cae bien”, para referirse a un amigo. Las niñas o los jovencitos que no utilicen este vocablo en su conversación están fuera de la moda. En el uso de palabras soeces las mujeres están superando a los hombres. Pobres seres los que alimentan su vocabulario con este diccionario ruin. La pobreza mental suele ser hermana de la pobreza verbal, o viceversa.

De otra parte, hay palabras que hacen carrera. Está de moda el verbo “regalar”; ya casi nadie dice “véndame mil pesos de pan “, “dígame cuál es su nombre” o “¿me puede informar qué hora es? Estamos economizando palabras, ahora todo es “regáleme…”

A propósito de esto último y de la celebración del Día del Idioma y del Libro “regalo” a los lectores el poema a “Los libros”, autoría de María Olimpia De Obaldía:

Yo tengo amiguitos muy buenos y sabios
que se enseñan ciencias y armoniosos versos;
en mis horas libres refiérenme viajes
y me narran largos y bonitos cuentos.

Los busco y los hallo solícitos siempre,
amables contestan las preguntas mías,
jamás me fastidian y rápido pasa
el tiempo en que me hacen grata compañía.

Estos amiguitos discretos y sabios
que alegres divierten y serios enseñan
son libros selectos con cuya lectura
aprendo a ser útil, educada y buena.

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