Ballestazos

jueves, 11 de junio de 2009


Charla de café. -- Bueno amigo, ya calienta motores la campaña electoral, y a propósito ¿a quién llevaremos al Congreso?

-Pues a los mismos, no ve que es mejor pésimo que malo por conocer.

-- Tiene razón, aunque no sabemos qué es lo que hacen a favor de esta tierra es mejor tenerlos allá que aquí.

- No sea malo compadre, hay que reconocer el sacrificio que ellos han hecho por ganarse esa curul y recibir apenas unos honorarios de miserables 21 millones de pesitos y como para que no se sientan mal pagados los proveen de dos carros, pasajes semanales en avión, entre otras limosnas, y con enormes posibilidades de salir pensionados con unas míseras mesadas.

--Sus razones, amigo, me convencen en la necesidad de reelegir a estos sufridos padres de la patria. Así las cosas habrá que darle el votico a los mismos para que sigan haciendo lo mismo: nada, o bueno sí hacen mucho, como conseguir empleíto para a sus hermanos, cuñados y paniaguados en puestos oficiales, con unos mezquinos suelditos.

-Si señor, hay que seguir ayudándoles a engordar sus cuentas bancarias y, además, para que logren pensionarse y se vayan a vivir fuera del país donde la vida es menos azarosa.

--Así sea, amigo, y la vida nos perdone por ser nosotros tan de buen corazón con esos pobres congresistas.

Veedores amenazados. Quienes han asumido la tarea de servirle a sus conciudadanos como veedores municipales son ahora objeto de amenazas que hacen temer por su integridad física o verse obligados a dejar la ciudad. Si bien, en unas épocas recientes, su trabajo no era de buen recibo por parte de los directivos de algunas entidades oficiales sobre las cuales ellos suelen ejercer su vigilancia, todo en defensa de los usuarios de las mismas, últimamente los personeros municipales les han dado el respeto que merecen, al igual que las entidades que antes los veían con malos ojos. Desde esta columna afirmamos nuestro total rechazo contra esas actitudes criminales, seguramente promovidas por quienes suelen violar las leyes, dado que la ley no se hizo para las gentes honestas ni para los buenos ciudadanos, sino para quienes tienen un comportamiento delincuencial, para los indeseables. Ojalá, las autoridades municipales les garanticen el respaldo y la protección que sus vidas necesitan, pues a estos servidores ciudadanos los necesitamos.

Reparo injusto. En el concejo de Sogamoso hay quienes desconocen la decisión del alcalde Enrique Camargo de ofrecer educación gratuita para un importante número de estudiantes del sector rural y urbano. La Constitución Nacional dice que la educación es gratuita, pero si un padre de familia tiene la capacidad de pagar la matricula y pensión de sus hijos debe hacerlo. Lo que Camargo ha hecho es aplicar la ley -costo que ninguna administración anterior se atrevió a asumir-, para garantizar educación gratuita a los niños del sector rural, para que éstos no se queden en el surco. A Camargo lo que es del Camargo y…

¿Ostos alcalde en el 2025? En una de las sesiones recientes del concejo de Sogamoso el concejal Hugo Barrera Benavides, cuando un colega se refería a algunos programas del alcalde Enrique Camargo, remataba diciendo “eso lo veremos realizado en el 2025”. Al oír esa afirmación varias veces, la concejala Luz Stella Fernández, respondió: “Sí, tiene razón, esos programas los realizará Juan Carlos Ostos, quien ya dijo que será alcalde en el 2025”.

Otra del concejo. En la reciente sesión donde de escuchó a los voceros de los rectores de los planteles oficiales de Sogamoso, urbanos y rurales, dando cuenta del abandono en que los tiene la Secretaría de Educación, desde una de las curules se escuchó decir: “Si la Secretaria de Educación fue calificada como la mejor funcionaria de la administración municipal, cómo será la peor”.

Un poco de tacañería. El programa “Lectura al parque”, que promueve la administración que encabeza el alcalde Enrique Camargo, a través de la Biblioteca Pública Municipal “Joaquín González Camargo”, tiene algunos tropiezos, según nos refirió una fuente de alta infidelidad. Esos tropiezos tienen que ver con la falta de apoyo con el transporte para el traslado de los libros a los sectores donde se quiere llegar. ¡Qué mala seña!

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