Del Director

jueves, 11 de junio de 2009

Si, Pero no...


La semana pasada el sistema de seguridad conocido como el uno, dos tres (1-2-3) celebró el primer año de operaciones en la ciudad de Sogamoso, hecho que realmente es importante porque anticiparse a muchas del país en ofrecerle a la población esta nueva herramienta para su propia tranquilidad y seguridad.

En este paso de avanzada hay que destacar el interés del alcalde Luís Guillermo Barrera Gutiérrez para dotar a Sogamoso de todos los mecanismos que el 1-2-3 exigía, pues además de la plataforma tecnológica para la recepción de todas las llamadas y la unificación de todos los números telefónicos de las entidades encargadas de atender los casos de emergencia y responder por la seguridad de los habitantes, era necesario adquirir cámaras de seguridad, las que hoy están instaladas en sitios estratégicos de la ciudad.

Barrera Gutiérrez adelantó las gestiones correspondientes para obtener el respaldo del Ministerio del Interior -entonces en manos del ministro Carlos Holguín Sardi-, gestión en la que –también hay que decirlo- colaboró el senador Jorge Hernando Pedraza Gutiérrez. Así las cosas, Luís Guillermo Barrera dejó asegurado el montaje de ese sistema, tarea que no pudo concluir, por lo que su sucesor en la alcaldía, el arquitecto Enrique Javier Camargo, prosiguió con responsabilidad el desarrollo del programa, que hace un año está en pleno funcionamiento.

El Sistema único de Seguridad y Emergencias 1-2-3 tiene como propósito prioritario garantizar la eficaz respuesta de las entidades que hacen parte del sistema para la prevención, atención y despacho de los recursos humanos y técnicos que como respuesta deben darse a escenarios de urgencias, emergencias y calamidades humanas y/o materiales, y todos aquellos que tengan que ver con la seguridad de los habitantes de este municipio. La sala de recepción de todas las llamadas que llegan al sistema funciona en la sede del VI Distrito de Policía y desde allí la atención a los casos de auxilio se dirige de inmediato al organismo o entidad que tiene la responsabilidad primaria de respuesta al caso que motiva cada llamada, según un protocolo que para el efecto se tiene oficializado.

En un sencillo acto, que contó con la presencia de un reducido número de ciudadanos, el alcalde Camargo y los altos mandos de la policía en Boyacá y Sogamoso, rindieron un informe de los logros obtenidos con el funcionamiento del 1-2-3, como también destacaron con no poco dejo de frustración la sinrazón de quienes acuden al 1-2-3 solamente para tomar del pelo. De más de 30 mil llamadas recibidas, el 80 por ciento de las mismas fueron para preguntar la hora, para mofarse de quien les contesta, para echar dar cuenta de supuestos casos de sangre, etc. Este dato le da más argumentos al alcalde Camargo para proseguir en su empeño de cambiar al hombre sogamoseño, en su mente y en su cuerpo, antes que preocuparse por las grandes obras de cemento y ladrillo.

Si bien rechazamos la inmadurez de quienes hacen mal uso de una medio tan importante para la seguridad y tranquilidad ciudadanas, es bueno decir que en nuestra labor de periodistas hemos acudido en reiteradas oportunidades a este sistema de seguridad para encontrar el apoyo demandado por circunstancias especiales de seguridad y tranquilidad ciudadana, pero la respuesta no ha sido la esperada. En uno de esos casos quien nos contestó confesó que en las horas de la noche les es difícil atender todas las llamadas por la escasez de uniformados. Y ahí puede estar el fracaso del 1-2-3, pues por más tecnología que se posea, la carencia de agentes de policía para atender los requerimientos de los ciudadanos, lo hará un recurso inútil. Por ahí se anuncia que el pié de fuerza de la policía será reforzado con hombres, motocicletas y bicicletas. Y una petición final, que al contestar las llamadas, quienes están al frente del 1-2-3 escuchen de inmediato la solicitud del usuario y no los dejen por tres, cuatro o más minutos escuchando música, pues esos minutos que se pierden pueden ser definitivos para sortear una situación que, por esa causa, podría terminar en una calamidad.

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