De lDirector

sábado, 5 de septiembre de 2009

Sí, pero no…

“La ley es dura pero es la ley”, dicen los amantes de la aplicación de la auténtica justicia. Los amigos del arquitecto Enrique Javier Camargo Valencia deben estar sintiendo la dureza de la ley y hablando pestes de ella. Pero esa ley con tapaojos se hizo sentir, gústenos o no. ¿Y quiénes son los culpables que la dureza de la ley haya hecho rodar la cabeza del mandatario municipal? Naturalmente que el mismo alcalde y quienes fueron los asesores de su campaña electoral, que fueron preavisados de que la recolección de las firmas que avalarían la inscripción de su candidatura se estaban recogiendo de manera perversa, inscripción que estuvo plagada de yerros jurídicos que a la hora de la verdad pesaron para que el Consejo de Estado fallara como falló.

El triunfalismo exagerado se pagó de manera cara. Las buenas intenciones de servir a una comunidad jamás deben proyectarse por encima de los preceptos jurídicos y eso fue precisamente lo que el candidato y sus asesores no tuvieron en cuenta. El error estuvo apalancado por la funcionaria que entonces obraba como Registradora del Estado Civil en Sogamoso.

Sí, el calvario que vivió Enrique Camargo desde antes de su posesión como alcalde fue tortuoso, pero era inevitable, gracias a que desde el mismo momento en que decidió nominarse como candidato a la alcaldía no contó con asesores expertos, acuciosos y leales. Lo que ocurrió era previsible y de ello se aprovecharon hábilmente quienes llevaron el caso ante los tribunales.

Nos duele lo acontecido al arquitecto Camargo porque indudablemente es un hombre bueno y bien intencionado, pero jamás podría afirmarse que él fue víctima de una celada, de una persecución feroz, inhumana. Los impugnadores de la inscripción de su candidatura y por ende de su elección tenían argumentos para hacerlo y supieron emplearlos. La derrota los llevó a repasar el camino recorrido durante la campaña electoral y descubrieron los yerros en que incurrió la contraparte. Una amarga lección, sí, pero no… para echarla en saco roto. “Dura lex ser lex; dura es la ley pero es la ley”, y de esa dureza hay que aprender. Ojalá la sensatez de los ayer derrotados y hoy victoriosos contribuya a cicatrizar las heridas que este episodio nos deja, pues lo que sigue en juego es el futuro de Sogamoso. La unión de los buenos hijos de esta ciudad debe ser la bandera que pronto nos lleve de verdad a pensar y actuar en grande. En este buen propósito Dios nos asista de su mano.

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