Del Director

jueves, 17 de septiembre de 2009

Sí, pero no…

La cultura, entendida como el conjunto total de los actos humanos en una comunidad dada, ya sean éstos prácticas artísticas, culturales, religiosas, económicas, políticas o cualesquiera otras, tuvo una fiesta singular entre el 28 de agosto y 5 de septiembre en Boyacá.

El XXXVII Festival Internacional de la Cultura fue eso, una gran fiesta. Más de 335 eventos y más de 2.000 artistas -de todos los oficios- en escena hablan por sí solos de la dimensión del certamen que tuvo a Tunja como sede principal, pero cuyo colorido se trasladó a un sinnúmero de municipios, muchos de los cuales por primera vez pudieron ver muestras de la cultura de otros países en su pequeño suelo.

En justicia, no es la primera vez que el Festival Internacional de la Cultura se descentraliza. El colega Miguel Ángel Molina Sandoval fue el encargado de emprender este camino de sacar la gran fiesta de la cultura del ámbito tunjano; pero en esta oportunidad la descentralización fue de marca mayor y por ello, gracias y felicitaciones al gobernador José Rozo Millán y al reconocido cantautor José Bautista Pamplona, nuevo Secretario de Cultura y Turismo del departamento, quien entró como se dice popularmente “con pié derecho”.

Bueno lo acontecido con el XXXVII Festival Internacional de la Cultura, pero… quisiéramos ver algo con más futuro. El ejemplo lo acabamos de ver con el concierto de Don Plácido Domingo en Cartagena, quien estuvo respaldado en su presentación por la Orquesta Filarmónica de Comfenalco Cartagena, conformada por jóvenes músicos, con edades entre 11 y 17 años. Y lo que más encanta es saber que esta orquesta es el resultado de una escuela en la que se vienen preparando 600 niños, escuela que auspicia la Caja de Compensación Familiar de Fenalco – Andi “COMFENALCO Cartagena”.

Y esto último es lo que nos lleva a llamar la atención de los gobiernos departamental y de los municipios boyacenses que le dan una especial importancia en los planes de desarrollo de sus administraciones al tema de la cultura. Por ahí es donde hay que empezar: por los niños. Ojalá los barrios y veredas de nuestros municipios se inundaran de escuelas para la formación de niños, adolescentes y jóvenes en danza, teatro, música, canto, poesía, pintura, cuentería, etc. Ya algunos municipios tienen qué mostrar en este ejercicio. Todo cuanto se haga fuera de este marco es mera recreación, engañabobos; pues no se estará construyendo futuro.

Algunos mandatarios se preocupan por la juventud, por los problemas que hoy los tienen atados (drogas, sexualidad desorientada, abandono y mal ejemplo familiar, para solo mencionar unas de las enfermedades sociales y morales que afectan a nuestros niños y adolescentes) y procuran solucionarlas a través de talleres de orientación que terminan en nada. Las escuelas de formación artística son el mejor remedio para salvar de la muerte social a quienes, en frase de cajón, señalamos como “el futuro del país”.

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