IMÁGENES POÉTICAS

lunes, 19 de octubre de 2009


Esta sección la hacemos con el poema“Bebé”, de Juan de Dios Peza, quien nace en 1852 en la ciudad de México, bendecido con una preclara inteligencia, a la vez que con un medio ambiente propicio para desarrollar todos sus talentos, pues al ingresar en 1869 a la Escuela Nacional Preparatoria inmediatamente se convierte en el alumno predilecto del gran pensador mexicano, Ingacio Ramírez, "El Nigromante". Al egresar de ese centro de estudios ingresa a la Escuela de Medicina donde establece gran amistad con otro grande de aquel tiempo; Manuel Acuña, quien lo llega a estimar al grado de llamarlo "hermano". Peza, fue un hombre liberal, el liberalismo estaba en boga en aquella época, su entusiasmo y apasionamiento por dicho movimiento lo llevo a renunciar a sus estudios para entregarse de lleno al periodismo. En 1878 es nombrado secretario de la legación de México en España, al lado de Riva Palacio. Y de nuevo su destino lo lleva a unirse a otras grandes luminarias de aquella época pues en Madrid se rodea y sociabiliza con personajes como el politico Castelar, y escritores como Núñez de Arce, Campoamor y Selgas. Al regresar a México empieza a poner su candidatura para lograr puestos publicos y es electo diputado al Congreso de la Unión. Siguieron otros cargos publicos en lo sucesivo, pero sin abandonar las letras, como poeta tiene un estilo único, es realista a la vez que lleno de infinita ternura. Canta al hogar y a sus hijos. Entre los libros que públicó estan: Hogar y Patria, La Lira de la Patria, El Arpa del Amor, Recuerdos y Esperanzas, Flores del Alma y Vinos Festivos. Muere en 1910, año en el cual el país estaba a punto de entrar en otra gran conflagracion.

BEBÉ

Cuenta Bebé dos meses no cumplidos,
pero burlando al tiempo y sus reveses,
como todos los niños bien nacidos
parece un señorón de 20 meses.

Rubio, y con ojos como dos luceros
lo vi con traje de color de grana
en un escaparate de Plateros
un domingo de Pascua en la mañana.

Iban conmigo Concha y Margarita
y al mirar las dos, ambas gritaron:
"¡Mira padre, qué cara tan bonita!"
y trémulas de gozo mi miraron.

¿Quién al ver que en sus hijas se subleva
la ambición de adueñarse de un muñeco,
no se siente vencido cuando lleva
dos duros en la bolsa del chaleco?

Ha vencido pensé: si está comprado,
y como es natural tiene otros dueños
mis hijas perderán el encantado
palacio de sus mágicos ensueños.

Pero movido el paternal cariño,
entré a la tienda a realizar su antojo,
y dije al vendedor: "Quiero ese niño
de crenchas blondas y vestido rojo".

Abrió entonces la alcoba de cristales
tomó a Bebé, lo puso entre mis manos,
y convirtió a mis hijas en rivales
porque el amor divide a los hermanos.
"Para mí" -Concha me gritó importuna,
"para mí" -me gritaba Margarita,
y yo les grité al fin: "para ninguna"
con la seca aridez de un cenobita.

Reinó un silencio entre las dos profundo,
y yo recordé entonces conturbado
este axioma tristísimo del mundo:
"Ser rival es odiar y ser odiado".

Y así pensé: no debo en corazones
que de la vida llaman a la puerta,
encender con el celo esas pasiones,
que el odio atiza y el rencor despierta.

La historia del amor con dos premisas,
iguala a la mujer y no os asombre;
¡Un muñeco en la edad de las sonrisas,
y en la edad de las lágrimas, un hombre!

(Tomado de  www.los-poetas.com)

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