Del Director

jueves, 2 de julio de 2009

Si, pero no…

El 28 de octubre de 2007 los boyacenses elegimos Gobernador de Boyacá, por mayoría de votos y en un proceso limpio, sin que los perdedores hayan alzado su voz para denunciar irregularidad alguna sobre los resultados de las urnas o los escrutinios realizados por la Registradora Departamental del Estado Civil.

En esa oportunidad el elegido, José Rozo Millán –por el Partido Verde Opción Centro- alcanzó más de 195 mil votos, en tanto que el segundo en votación, Pedro Alonso Sanabria Buitrago –del Partido Conservador Colombiano- llegó a los 195 mil sufragios.

La llegada de Rozo Millán, si bien tuvo algo de sorpresa para unos, otros observadores la vieron como lógico por el hecho de anunciarse como un continuador de la obra realizada por Jorge Eduardo Londoño Ulloa, como también – incisivos analistas- lo atribuyeron a la “buena mano” que le echó Londoño Ulloa desde todas las dependencias de su administración.

Si decimos verdad, el mandato de Rozo Millán en su primer año iba por un buen rumbo; estaba haciendo presencia en las diferentes provincias, comprometiéndose con las ejecuciones de obras y programas formuladas por las administraciones municipales. Pero…

El segundo año de Rozo Millán llegó cargado de sinsabores. Su salud se deterioró, tanto que debió solicitar una licencia para ausentarse del cargo por tres meses. Sobre la salud del gobernante de los boyacenses se han tejido varias historias, como que el acoso de Jorge Eduardo Londoño, para orientar los rumbos del nuevo mandato, fue tan intenso que terminó afectando la salud de su sucesor, y la agravó la presencia en su gabinete de Raúl Cely Alba en su papel de monitor.

Nosotros creemos que el gobernador en receso sí está enfermo, pues al decir de uno de sus allegados, los quebrantos de salud de José Rozo Millán vienen de atrás, tanto que durante la campaña electoral fueron visibles los indicios de su disminuido vigor.

En el curso de la licencia del mandatario seccionar varios episodios políticos empezaron a empañar la imagen de su mandato, como la apertura de las puertas del Palacio de la Torre para que los acérrimos enemigos de Jorge Eduardo Londoño y por consiguiente del mismo Rozo Millán pudieran entrar con hojas de vida de candidatos a disfrutar del ponqué burocrático que tanto le gusta a nuestros senadores y representantes. Se ha afirmado que el titular de la gobernación aprovechó su licencia para hacerle el favor a Londoño Ulloa de acercarlo a sus tradicionales enemigos, a través del gobernador encargado Óscar Ramírez. Uno de los beneficiados con esa sorpresiva amnistía política fue el senador Jorge Hernando Pedraza Gutiérrez, quien tuvo la bendición para llegar al gabinete a través de su ahijado, el actual secretario de Minas.

Tras lo ocurrido surgen estas preguntas: ¿por qué Rozo Millán, una vez elegido no dio señales de su intención de gobernar con todos los sectores políticos, olvidándose que fueran o no amigos de Jorge Eduardo Londoño?, ¿por qué al posesionarse no les abrió las puertas de su gobierno a los enemigos de Londoño?, ¿qué hecho político se dio para que 14 meses después Rozo Millán cambiara de opinión?

En este devenir de episodios, el pasado 11 de junio Rozo Millán reapareció por algunos minutos frente a su cargo para informarle a sus gobernados, mediante un comunicado, que “por prescripción
médica, los facultativos determinaron que su proceso de recuperación, al que en la actualidad se encuentra sometido, requiere de tres semanas más” y procedió a encargar de su despacho al actual secretario de Educación, Juan Carlos Martínez Martín, y encargó de la Secretaría de Educación a la Directora de Planeación, Amanda Flórez. Se espera que José Rozo Millán reasuma sus funciones el 8 de julio de 2009. Y aquí cabe preguntarle al quebrantado mandatario: ¿Por qué no mantuvo a Óscar Ramírez en ese encargo, cuando éste ya le había cogido el hilo a las directrices de su programa de gobierno?

El gobierno interino que hoy tiene la administración departamental deja un desagradable mensaje a los electores de Rozo Millán, en quien pudo más su deseo de ser gobernador que ponerle atención a su disminuida salud. La suerte del departamento corre serios riesgos, porque segundas partes no siempre son buenas, aunque en este Boyacá todo es posible.

La sorpresiva renuncia de nueve de los integrantes del equipo de gobierno de Rozo Millán deja al descubierto que al interior del Palacio de la Torre hay algo más grave y delicado que la propia salud del mandatario.

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