¿TRAMA O DRAMA DE MANUEL ANTONIO DÍAZ?

martes, 24 de noviembre de 2009


Autoridades desmienten su versión

Manuel Antonio Diaz, ¿se queja por quejarse?
De sus 64 años de edad, los últimos 10 han sido duros para Manuel Antonio Díaz, cuando su vida quedó en manos de los médicos, según relato que hizo a EL TELÉFONO ROJO DE SOGAMOSO. Cuenta que en principio los galenos le dijeron que padecía de cálculos renales y lo remitieron al Hospital Regional de Duitama y de allí  lo mandaron al Hospital San Rafael de Tunja, donde lo operaron para corregirle un problema de columna y tras la intervención quirúrgica le informaron que su situación se había complicado porque no tenía problemas de columna, sino un tumor de más de un kilo de peso.
Manuel Antonio refiere que hace poco los médicos en Sogamoso le dijeron que debía someterse a unas terapias y lo volvieron a remitir a Tunja para que allí se las hicieran. Pocos días después lo volvieron a operar y –afirma- que lo dejaron peor y ahora nadie quiere atenderlo ni en el Hospital de Sogamoso ni en las clínicas y no sabe qué hacer.
Admite que tiene SISBEN, pero –denuncia- en la ARS Comparta le dicen que no le cubren los cuidados médicos que necesita porque son de alto costo.
“En mi situación me ha tocado pedir limosna a los amigos y compañeros para mi sustento” dice en su lamento, señalando que vive en arriendo, no tiene recursos y sí dos hijos a quienes darles estudio.
Hace un año, después de que en Tunja le hicieron la segunda cirugía, que está en silla de ruedas. Antes de verse afectado en su salud se desempeñaba como chofer mecánico, prestando sus servicios a los médicos y concejales,
De su vida dice que nació en Sogamoso, fue bautizado en Duitama y su cédula de ciudadanía es de Bogotá. Vive en el sector de Los Alpes, en una casa propiedad de la señora Leonilde Salamanca.
A Manuel Antonio Díaz le resulta difícil movilizarse, debe acudir a las personas de buen corazón para que le ayuden a bajarlo de la silla y pagar la carrera de taxi, servicio que a veces algunos conductores prestan haciéndole una rebajita al valor de la tarifa.
En una de las clínicas de Sogamoso le dijeron que su caso merecía ser conocido en la Clínica del Dolor y ha estado preguntando dónde queda esa clínica y nadie le da razón.
“A veces voy buscando ayuda para que me den calmantes para el dolor y la jefa Fabiola, de la Secretaría de Salud, me dice que siempre voy con ese pretexto. Yo voy a que me den un calmante porque no puedo soportar el dolor y a veces me regalan unas pastas de acetaminofen o de otro medicamento y eso no me calma”, apunta Diaz, a quien encontramos buscando al Personero de Sogamoso para pedirle protección. Hasta aquí la vida relatada por este ciudadano.


Historia conocida
En la Secretaria de Salud hablamos con la jefa Fabiola Naranjo, y no solo ella sino otras compañeras de trabajo, quienes al oír el nombre de Manuel Antonio Díaz no vacilaron en afirmar que este señor es un paciente sumamente difícil de atender. Nos informaron que evidentemente este señor sufre de problemas de columna y por tal razón desde julio del 2007  se le afilió al SISBEN, además de vincularlo al programa del Adulto Mayor, del que cada dos meses recibe una ayuda económica. La Secretaría de Salud -se nos informó- hizo con Manuel Antonio lo que no ha hecho con otras personas: le dio una silla de ruedas, además de unas muletas, que no las utiliza. “A don Manuel es al enfermo que mejor atención se le brinda por parte de la Secretaría, lo que ha estado a nuestro alcance se lo hemos brindado”, dijo Fabiola Naranjo. En respuesta a la atención que se le brinda Diaz no ha hecho más que quejarse en la Procuraduría y en la Personería, donde su caso es bien conocido.

En la ARS Comparta, su directora Sandra Tarazona, dijo que “don Manuelito es un paciente al que se le ha atendido debidamente, pero parece que él no asume su enfermedad como tal”. Anotó que el vive entutelando a la ARS, se queja en todas partes pero “aquí –reiteró la funcionaria- le hemos dado los servicios que la ley nos ordena, e incluso en algunos casos hemos ido más allá, pero él jamás queda contento”. En términos generales, dicen en las oficinas a las que acude, es un paciente difícil de manejar.

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